El infierno es un lugar invisible para los ojos humanos donde las almas transgresoras se estacionan por un tiempo y reciben castigo por la desobediencia y se rebelan contra el Creador y sus leyes. Se puede decir que este es un lugar de tortura, pero también de corrección y reflexión sobre los pecados. Esto es lo que significan las palabras de Cristo cuando enseña en la parábola “Los ricos y Lázaro”. El hombre rico, después de la muerte física, se encontró en las regiones infernales por no cuidar al mendigo Lázaro, que yacía en la puerta de su casa, lleno de heridas. En el infierno, el hombre rico estaba muy vivo, en posesión de su conciencia y recuerdos. Sufre, pide ayuda a Abraham y reflexiona sobre la vida de indiferencia y egoísmo que tuvo en su último pasaje terrenal.
 
“Los ricos y Lázaro” es una parábola que pone fin al dogma creado por la teología cristiana clásica de que el alma, después de la muerte física, estaría dormida en espera de juicio, un concepto que no encuentra coherencia con las Enseñanzas Sagradas. El alma pierde su conciencia tan pronto como el cuerpo muere, como si estuviera dormido, pero luego se despierta al otro lado de la Creación, yendo a un lugar de alegría o sufrimiento, de acuerdo con las obras que ha realizado, por su fe o falta de fe. en el Dios eterno
 
La existencia del infierno es de naturaleza relativa y su destrucción atestigua en las Escrituras cristianas en el período de Apocalipsis. El infierno no puede ser eterno, ya que solo el Creador posee la Eternidad Absoluta. Si el infierno no es eterno, las almas que van a este lugar no estarán allí para siempre. Después de un período incierto en el infierno, el alma lo dejará sometido a una nueva existencia física (encarnación), donde reanudará su camino hacia la Luz, ahora con una conciencia marcada por el sufrimiento en este lugar de tormento.
 
El infierno eterno es una tesis absurda que no se debe escuchar. Es incompatible con la bondad, la misericordia y la eternidad del Dios de Israel. Somos hombres malos y sabemos cómo perdonar a nuestros hijos por las cosas equivocadas que hacen. ¿Por qué el Padre Celestial, que es todo amor y misericordia, arrojaría a uno de sus hijos al infierno por la eternidad? Dios no es lo absurdo. La Palabra de Dios es la luz que nos mantiene alejados del infierno y la muerte. ¡El Señor es la luz del mundo!