Sería una tontería creer que el Eterno creó un planeta, durante miles de millones de años, con una enorme población viva de plantas, animales y hombres, para destruirlo en algún momento, debido a una parte de sus habitantes que, debido a sus límites morales naturales. e intelectuales, no estaban interesados en conocer las leyes que rigen la Creación. ¿No sería más coherente admitir que el Señor Dios, en lugar de terminar el maravilloso trabajo realizado en el planeta, debería separar a los habitantes desinteresados de los de buena voluntad? Ciertamente, de acuerdo con la lógica de la vida inteligente. Por lo tanto, será posible reorganizar la vida de las naciones, equilibrar el ecosistema con nuevos métodos, donde el cuidado de la naturaleza, la bondad, el amor a Dios y al prójimo sería la regla fundamental. No hay razón para que el Creador destruya el planeta. El que enseña lo contrario conspira contra el futuro de la humanidad y los hombres. El Dios de Israel desea que todos los hombres se salven, se iluminen con respecto a las verdades eternas y vivan en paz.
El mundo continuará su camino de progresividad, siguiendo el movimiento del universo mismo, a través de todas las fases necesarias, hasta alcanzar el grado de civilización verdadera, algo diferente del estilo de vida actual de las naciones, donde los intereses individuales prevalecen sobre los colectivos. . Una crisis, provocada por una humanidad descontrolada, llevará a las naciones al colapso. Esto es lo que debería suceder en los próximos años. Los textos sagrados tratan de este período difícil, trayendo advertencias al Pueblo de Dios, abundantemente documentado en las Escrituras Hebreas y Cristianas.
La crisis incontrolada en el planeta está siendo desencadenada por elementos desconocidos para el hombre, como la ciencia y las religiones. Solo unos pocos siervos del Señor Dios comprenden las causas que llevarán al mundo a la falta de control y al caos social. Como dijo Cristo, habrá guerras, terremotos, hambrunas, pestilencias, como precursores del juicio. Será un momento de angustia como nunca antes, y nunca más. El Pueblo de Dios cruzará la Gran Tribulación, instruyendo, dando testimonio del Evangelio Eterno y preparándose para la reconstrucción de la vida y la civilización futura. Los testigos del Dios Eterno son almas hechas por milenios y podrán impartir a los pueblos la guía del Todopoderoso. El mundo no terminará, por el contrario, se transformará en un lugar de paz y logros eternos, como sueñan los buenos hombres.
